Jesús se dirigió al hombre de la mano seca y le dijo: «Ponte aquí a mi lado para que todos puedan verte. Y ahora, para que puedas saber que es voluntad de mi Padre que hagáis el bien el día del sábado, si tienes fe para ser curado, te ruego que extiendas la mano.» Cuando este hombre alargaba su mano seca, ésta quedó curada.