«¿Cómo podéis acudir a Dios para pedirle que tenga consideración con vuestros defectos, si tenéis la costumbre de castigar a vuestros hermanos por ser culpables de esas mismas debilidades humanas? Os lo digo a todos: Habéis recibido generosamente las cosas buenas del reino; dad pues generosamente a vuestros compañeros de la tierra.»